Construir un personaje literario a partir de una persona real

Para analizar las claves para construir un buen personaje literario a partir de una persona real habría que partir de la base de que cualquier personaje no es sino una parte de la mente del escritor que cobra vida y autonomía a través de las palabras y la narratividad.


Cuando a nosotros (como escritores) nos llama la atención alguien de nuestro entorno hasta el punto de querer construir a su alrededor una historia o una serie de historias, es porque esa persona actúa de espejo de un aspecto de nosotros mismos en el que querríamos indagar.

1. La primera clave para construir un personaje a partir de alguien real sería, por lo tanto, fijarnos en por qué determinada persona nos llama la atención. Cuáles son los rasgos que despiertan interés y curiosidad en nosotros. Esos rasgos, indudablemente, no pueden ser el que sea de complexión atlética, alta estatura y ojos azules, sino determinadas características que lo hagan único (en el caso del Jorobado de Notre-Dame, está claro cuáles serían los rasgos que le podrían atraer a Víctor Hugo, tanto por el lado físico, como por su carácter).

2. Porque la segunda clave para construirlo será configurarlo como un ser irrepetible. No puede haber otro como él, de modo que hemos de escoger con cuidado aquellos rasgos que lo delimiten. Y esto ya lo separará mucho de la persona en cuestión en la que nos hayamos basado, ya que un ser humano es, por su misma esencia, inabarcable, mientras que los personajes literarios son seres más manejables, en los que el autor se puede encarnar sin ningún problema.

3. Otra clave (y ya van tres) para que cualquier buen personaje protagonista funcione, y que tendremos que tener en cuenta a la hora de escoger a nuestro modelo, es que ha de venir de la mano de una buena historia. Es decir, que cuando alguien nos atrae lo suficiente como para querer escribir sobre él, normalmente tiene que ver con que esa persona ha protagonizado (o podría haberlo hecho) una serie de sucesos que la hacen más interesante aún.
4. Y de aquí pasamos a la cuarta clave, que es que un personaje de ficción se define, en buena medida, por la acción narrativa. Lo que «hace» un personaje siempre nos va a decir más sobre él que lo que piensa o cómo es físicamente. Son las historias, de hecho, las que configuran al personaje, lo completan.

5. Por último, yo estaría muy atenta, para que mi personaje cobrase verdadera vida, a los pequeños detalles o las pequeñas acciones que lleva a cabo la persona en la que lo quiero basar. Serán los pequeños detalles concretos los que doten al personaje de humanidad. No son las grandes palabras ni los grandes actos los que le darán al lector esa sensación de que el personaje trasciende las páginas del libro, sino su forma de ladear la cabeza al mirarnos, las manías (recordemos, por ejemplo, la manía de Carvalho de encender el fuego arrancando páginas de libros de su biblioteca) o sus gustos personales (a Sherlock Holmes le gustaban, por ejemplo, las galletas).


Autora: Isabel Cañelles, en su blog En algún momento tenía que decírtelo