Los Talleres de Escritura

Si entras en el buscador Google y escribes "taller de escritura", el aluvión de enlaces y páginas es considerable. Es cierto que en los últimos años se ha multiplicado los talleres que se dirigen a las personas con inquietudes literarias. Escribir bien y publicar una novela o conjunto de poemas es el objetivo primordial de todas aquellas personas que optan por este tipo de aprendizaje.

Pero, ¿es posible aprender a escribir literatura? Si preguntamos a los asistentes de un taller sobre su motivación para hacer el curso, las respuestas son la de aprender a escribir un género determinado, a realizar el sueño de ser escritor...

El malogrado autor barcelonés Francisco Casavella decía  que lo necesario es "descubrir en uno mismo la verdadera vocación de escribir, no de ser escritor. Esto significa saber que la mayor satisfacción se consigue cuando estás solo en una habitación intentando plasmar los frutos de tu conocimiento, de tu inteligencia y de tu imaginación. Si uno consigue una mayor satisfacción en otro lugar, o de algún modo no siente esa imperiosa necesidad de quedarse solo y trabajar (casi siempre por nada y para nada), es que no quiere aprender a escribir". Afirmaba no haber ido a talleres de escritura, por lo que desconoce su eficacia. "Supongo que depende del profesor y, sobre todo, de los compañeros. Lo que sí sé es que si alguien va a un taller de escritura y lo primero que pregunta es cómo publicar, no quiere ser escritor. Si lo primero que pregunta es cómo ganar dinero con esto, es que es tonto. Uno gana dinero como ingeniero o estudiando Empresariales."(1)

Como coinciden muchos profesores de estos talleres, el requisito previo de escribir es el haber leído. Leer no como devorando páginas, sino observando como se trenzan las tramas, como los personajes cobran vida, como plantear las situaciones reales y creíbles. García Marquez, en el reportaje sobre su vida y obra, LA ESCRITURA EMBRUJADA, confesaba que La metamorfosis de Kafka le empujó a escribir. Quería escribir como él. Y de ese punto de partida, Gabo llegó a tener su propio e inconfundible estilo.

En conclusión, si no te gusta mucho leer, ¿cómo puedes dedicarte a escribir?

Si superas este punto y tienes la vocación de escribir, aparece las ganas de tener un conocimiento más preciso, ya sea cuento, novela o poesia. Cada género tiene una serie de convencciones y estructura s determinadas que algunos escritores parece que la adquieren de modo natural. Para los demás, necesitamos conocerlos o aprenderlos. He aquí una de las ventajas de los talleres de escritura: perfeccionar un arte.


Sin embargo, hay más. En un taller te enfrentas a tu propia creación, la sometes a la crítica de tus compañeros y sobre todo, aprendes a ser autocrítico. La mayor satisfacción que un taller puede darte es sentir que tu escritura ha evolucionado y tú, como persona y autor/a, también.Te mueves en un ambiente en el que se respira creatividad y puede ayudarte a desbloquearte cundo te enfrentes en solitario al papel en blanco. Como señala  la escritora y profesora de taller Isabel Cañelles,"para escribir es necesario voluntad, imaginación y autocrítica". Esto significa, aunque resulte obvio, es un trabajo y por ello, no esperar que las cosas se hagan solas.

Uno de los miedos que un taller que te puede quitar es el hecho de reescribir. "Escribir es reescribir", conocida sentencia que obliga a plantearnos como hemos abordado la escritura de una narración. Huyamos de lo superficial, como la ortografía y nos animamos a cambiar, a replantearnos cosas del texto, a exprimirle todo su jugo. Esto se aprende y requiere práctica. Como indica Enrique Paéz, gran didacta de la escritura, es como ir al gimnasio. Escribir y rescribir se ha de convertir en un hábito, un modus operandi, por que ni el mejor de los escritores y escritoras del mundo hace una extraordinaria novela a la primera. Si al salir del taller, esto no lo practicas, no ha servido entonces para nada.



¿Qué taller?¿Qué escuela? ¿Presencial o por internet?
 Referíamos antes a la profusión detalleres y cursillos en internet. Hay, por desgracia, más paja que grano. Si optas por inscribirte a distancia, escoge bien. Mira el temario en que se desgrana el curso, la duración y el precio, y compáralo con otras ofertas. Averigua si la escuela lleva tiempo ofreciendo los cursos y lo que otras personas han opinado de ello. Presta especial atención a si dispone de fórum para alumnos y un teléfono para hacer consultas rápidas con el tutor del curso. Asimismo, examina las garantías que puedan darte en caso de no estar completamente satisfecho con el taller. Si el pago es fraccionado, mejor.

Las ventajas que hemos comentado van encaminadas a los cursos presenciales. Eso sí, mantén las mismas reservas que si fuera un curso on line. Es preferible un curso presencial a uno por internet. ¿Por qué? En mi opinión, el contacto con otros participantes, la crítica abierta, la experiencia del grupo, el contacto directo con el profesor/a, el tiempo que dedicas a aprender sin ningún tipo de distracción... son alicientes para optar por un curso presencial y no por internet.

En conclusión...

Gabriel García Márquez denomina carpintería todo aquello que un escritor necesita como reglas básicas; es decir, la técnica de contar; la técnica de escribir o la técnica de hacer una película". García Márquez lo define como "un trabajo mecánico, perfectamente legítimo" que nada tiene que ver con la inspiración. Para Antonio Jiménez, "el profesor tiene que enseñar la carpintería del oficio y dejar que cada uno tenga su estética". Por lo tanto, la finalidad de un taller de escritura no es la de hacer a un escritor; "el taller no es omnipotente".

La función de las escuelas de escritura es, pues, hacer que el proceso de aprendizaje de las técnicas específicas sea más rápido. Para Enrique Páez, "no es necesario acudir a un taller de escritura, pero con él se acelera el proceso; se aprenden cosas mucho más rápido". Los talleres además "ayudan a crear una dinámica de trabajo", asegura Antonio Jiménez, que recuerda a su vez la famosa frase de Picasso: "La inspiración está muy bien, pero te tiene que llegar trabajando", cita muy repetida por la mayoría de los escritores.(1)


(1)Extractos del artículo de la revista Qué Leer Enséñame a escribir. Talleres literarios a debate, por Clara de Cominges.

Fuente: Los manuscritos del caos