Quien escribe literatura dirigida al público infantil se habrá encontrado con un nivel de exigencia mucho mayor que si escribe para adultos. El problema reside en que son adultos los que escriben y queda poco de los niños que un día fueron.
Pero de todos modos, algo se puede hacer. Si tienes interés o quieres que los peques de la casa no miren tanto la televisión, toma nota de los siguientes consejos:
Mucha acción, continúa, casi sin descanso y en una sucesión encadenada de hechos. No vayas con mediapalabras, ni comiences a ser moralizante. No hagas descripciones largas ni des muchas vueltas. Ser directo ayuda a comprender el texto.
Todas las cosas que son rutinarias, en su sencillez, deben cobrar vida, deben ser elementos mágicos y poseer funciones que no se usan habitualmente.
Introduce la repetición en tono cómico o, según el tema que trates, como una manera de suavizar la historia ( si esta es muy triste o toca un tema delicado, etc)